Cada vez más personas sufren depresión. La gravedad y los síntomas varían mucho. Hoy en día también afecta con más frecuencia a niños y adolescentes. Cualquier persona que se sienta deprimida o desamparada durante un periodo prolongado y pueda descartar causas físicas -como la carencia de vitamina D3- puede recibir ayuda con antidepresivos tras consultar a un médico. Lo más importante es la regularidad de la ingesta.
En el caso de dolencias físicas, suele ser bastante fácil recetar el medicamento adecuado. En cambio, en el caso de los problemas de salud mental, el camino hacia la medicación adecuada puede ser largo. Porque nuestro cerebro es extremadamente complejo y no está tan estudiado como el cuerpo humano.
Además, no todas las personas tienen buenas experiencias con los antidepresivos. Los posibles efectos secundarios, como la hipertensión, los problemas estomacales o los dolores de cabeza, pueden ser tan molestos que los antidepresivos se dejan de tomar rápidamente. Además, a muchos pacientes también les preocupa que este tipo de fármaco pueda convertirse rápidamente en adictivo. Sin embargo, una vez encontrado el antidepresivo adecuado, la calidad de vida puede mejorar de forma repentina y sostenible.
¿Qué son los antidepresivos y cómo actúan?
Los antidepresivos son psicofármacos, es decir, medicamentos utilizados para tratar enfermedades mentales. Es importante saber que los antidepresivos no son estimulantes ni soporíferos, ni pueden crear adicción. Cuando se está en una fase depresiva, algunos procesos cerebrales no funcionan como deberían.
Las sustancias mensajeras del cerebro, responsables de la comunicación entre las células nerviosas allí almacenadas, dejan de funcionar al nivel habitual. Aquí es donde entran en juego los antidepresivos, que intentan remediar las disfunciones resultantes y canalizar más sustancias mensajeras hacia la hendidura sináptica. Esta zona, el espacio entre dos células nerviosas comunicantes, es importante para la transmisión de los impulsos nerviosos.
Los antidepresivos refuerzan los neurotransmisores serotonina, noradrenalina y dopamina. El resultado: las células nerviosas pueden volver a comunicarse mejor entre sí. Sin embargo, los síntomas depresivos pueden tardar unos días o semanas en remitir y aparecer una sensación de mejoría.
Estos antidepresivos se utilizan a menudo:
- Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), que incluyen, por ejemplo, los fármacos fluvoxamina, fluoxetina, citalopram y sertralina.
- Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN), que incluyen, por ejemplo, la duloxetina y la venlafaxina.
- Antidepresivos tricíclicos (ATC), ejemplos de los cuales son la amitriptilina y la clomipramina.
Tratamiento de la depresión a largo plazo
Si ha encontrado la medicación adecuada y se siente mejor, no debe dejar de tomar antidepresivos inmediatamente. Esto puede parecer tentador, pero pronto puede conducir a sumergirse en la siguiente fase depresiva. Se recomienda continuar el tratamiento hasta seis meses después de la recuperación; después, la medicación puede retirarse gradualmente con cuidado. Esto significa que se toman dosis cada vez más pequeñas hasta que finalmente se deja de tomar por completo.
Las siguientes medidas terapéuticas pueden apoyar el tratamiento farmacológico:
- Terapia de luz: la «ducha de luz» diaria aumenta el nivel de serotonina
- Terapia de ejercicio: todos los tipos de ejercicio pueden ayudar a reforzar la salud mental
- Dieta sana: Los ácidos grasos omega-3 y los ácidos grasos monoinsaturados son importantes para la formación de neurotransmisores
Por supuesto, estas medidas no sustituyen a los antidepresivos, pero pueden apoyar al organismo en el proceso de recuperación.
Tomar antidepresivos con regularidad: la aplicación TOM ayuda
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